Me gusta

luns, 28 de marzo de 2016

Silencio

Desde que llegué a Etiopía me llama mucho la atención el silencio. El silencio de las paredes, de los muros, de la gente. No hay un solo grafiti, ni un solo lema que reivindique nada. Ni una frase de amor en la parte de atrás de la puerta de un baño público. Nada. Las paredes están limpias, con el cemento o la pintura a la vista. Un síntoma de una sociedad apenas expresiva.
Me cuesta un mundo conseguir que los alumnos me den una opinión sobre algo y, ya no te cuento, cuando se trata de criticar algo. Nadie critica nada. Todo está bien. Preguntes lo que preguntes. Un ¿qué te parece eso? apenas tiene más respuesta que "bien". Es evidente que el manto de la religión ampara una sociedad más conformista e incluso más satisfecha con todo, pero resulta extraño que nadie se queje exteriormente, sobre todo, cuando sobran los motivos. No se encuentra fácilmente una conciencia crítica. ¡Uy, el miedo! Apenas lo palpo, pero está ahí. Ese miedo que impide hablar. Por si acaso.
La semana pasada, de pronto, un etíope, en una conversación reposada pareció querer aliviar sus pensamientos. Y me contó, -¿sabes?, la gente no se queja porque tiene miedo de que le pase algo. Pero aquí todo está mal: la educación es muy pobre, los hospitales no llegan y no se enseña a pensar-.

Desde que cheguei a Etiopía chamoume moito a atención o silencio. O silencio das paredes, dos muros, da xente. Non hai un só grafiti, nin un só lema que reivindique nada. Nin unha frase de amor na porta de atrás dun baño público. Nada. As paredes están limpas, co cemento ou a pintura á vista. Un síntoma dunha sociedade apenas expresiva.
Cústame un mundo conseguir que os alumnos me dean unha opinión sobre algo e, xa non che conto, cando se trata de criticar algo. Ninguén critica nada. Todo está ben. Preguntes o que preguntes. Un que che parece iso? apenas ten máis resposta que ben. É evidente que o manto da relixión ampara unha sociedade máis conformista e mesmo máis satisfeita con todo, pero resulta estraño que ninguén se queixe exteriormente, sobre todo, cando sobran os motivos. Non se atopa facilmente unha conciencia crítica. Ui o medo! Apenas o palpo, pero está aí. Ese medo que impide falar. Polo que poida pasar.
A semana pasada, de súpeto, un etíope, nunha conversación repousada pareceu querer aliviar os seus pensamentos. E contoume, -sabes?, a xente non se queixa porque ten medo de que lle pase algo. Pero aquí todo está mal: a educación é moi pobre, os hospitais non chegan e non se ensina a pensar-. 

2 comentarios:

  1. Son tantos los lugares del mundo donde las personas no tienen voz! La verdad es que tus palabras me producen un escalafrío como el de esos días de humedad penetrante que anquilosan mis articulaciones, como hoy, uno de esos tantos días de lluvia que imagino que, en cierto modo, echarás ya de menos.
    Un abrazo, Eugenia.

    ResponderEliminar
  2. Como din por aí, o medo é libre, amiga! Libre e imposto! : (

    ResponderEliminar