Me gusta

luns, 12 de outubro de 2015

Mércores 7 de outubro

La vida en Addis comienza a las 6 de la mañana, cuando se hace de día. Yo empiezo las clases a las 9.15 pero tengo que levantarme a las 7 si quiero llegar en hora. La mejor opción es sin duda subirse al taxi compartido. Los diestros conductores de las furgonetas se deslizan de un lado a otro entre las cuatro filas de coches para esquivar los embotellamientos y hacen paradas en las aceras cada pocos metros para dejar y subir gente. Aún así, se forman caravanas y el trafico es lento a esas horas de la mañana. No hay motos ni bicis por ningún lado. La avenida Bole está transitadísima. Circulan muchos coches y se percibe la polución de los humos en el ambiente. Cada vez que tienes que cruzar de un lado a otro de la calle te juegas la vida. Los pasos de cebra no tienen prioridad, ni parece que existan, aunque estén pintados. No está del todo mal la cosa porque tienes que agudizar los sentidos ya desde muy temprano. Una no anda por andar, como si fuera autómata, sino que hay que ir despierta, atenta a todo. Casi no hay semáforos. Me cuentan que los pocos que hay han empezado a ponerlos hace un año. El emperador Haile Selassie fue el fundador de la Universidad de Addis Abeba y de esa universidad salieron algunos de los estudiantes que se rebelaron contra su régimen. Pero también hay que recordar que en 2005 murieron 23 estudiantes tan solo por protestar por unas elecciones que habían sido un fraude. La policía cargó contra ellos sin pestañear. Hoy en día vas por la calle y te cruzas a los policías andando armados con un fusil a la vista. La primera vez que los ves impresiona. Tras la puerta señorial que da entrada al campus sale una calle que desemboca en el palacio del Emperador, que es visitable.
Como mi facultad está muy cerca aprovecho para entrar. La entrada cuesta 100 birr, unos 5 euros. Es gratis para profesores pero yo aún no tengo acreditación. Las dos primeras plantas las han convertido en museo etnográfico y merecen una visita inexcusable. Te acercan a las costumbres de los pueblos etíopes, su artesanía, sus instrumentos musicales, sus creencias... Pero, sin duda, lo que más sobrecoge, por lo menos a mí, es ver la habitación real del emperador e imaginarlo por allí, durmiendo, cambiándose, escribiendo o dándose un baño en su bañera. Quizás me haya influido la visión que de él nos da Kapuściński en su libro El emperador para que me fascine estar entre las estancias que él transitó. Creo que su sombra es alargada y, a pesar de los evidentes avances en la ciudad, aún pervive en parte el sistema administrativo y social que se gestó bajo su régimen. Y algunos edificios se han quedado intactos desde aquellas. *** Tengo a mis primeros alumnos de español. Han venido ocho: siete chicos y solo una chica. Llevan un año estudiando español pero apenas hablan. Todos parecen buenos chicos y al llegar limpian las sillas en las que se van a sentar. No sé cuál es el motivo pero todo está sucio. Creo que me estoy obsesionando con el tema de la limpieza, pero me sorprende que las sillas de los alumnos y la mesa del profesor tengan una capa de polvo tan espesa que llega a ensuciar las manos y los apuntes. Poco a poco voy comprobando que, al revés de lo que parecía, mis estudiantes sí saben muchas palabras de español y ellos se alegran por decírmelas. En inglés me dicen qué les gustaría ser cuando acaben la universidad y algunos quieren ser guías turísticos; otro entrenador de fútbol, como Mouriño, me dice; uno me enseña sus dibujos en el móvil y dice que quiere ser artista. Y no es para menos. Otro comercial de coches y tener una empresa. Los veo contentos. En el aula hay una pizarra blanca y rotuladores, una televisión, un radio casete y un proyector. Más que suficiente. Como tengo clases por la tarde en la Unión Africana y no me da tiempo a ir a casa decido comer en la cafetería de la facultad. O injera, para variar, o pasta. Elijo pasta. Un plato de espaguetis, una cocacola y un bollito de pan por 0.80 céntimos de euro todo. Mientras espero la larga cola que hay que hacer para pagar se acerca un joven y muy animosamente se dirige a mí para decirme que me invita a comer en su mesa. Le agradezco la invitación pero declino su propuesta. Se va y él y sus amigos se ríen un rato. La verdad es que a mí también me hizo gracia pero disimulo la risa. *** En la Unión Africana se presentan ocho alumnos con edades comprendidas entre treinta y cuarenta años. Son de diferentes partes de África: de Seichelles, de Ghana, de Burundi... Es su primera clase de español y yo salgo satisfecha. Espero que ellos también. La clase es de un blanco inmaculado: paredes blancas, mesas blancas. Mi silla, un confortable sillón de piel. El blanco contrasta con los trajes negros de los alumnos. Todos desempeñan cargos en la Unión Africana, pero aún no me han contado nada. Vuelvo a casa y decido cenar en el bar que está justo detrás de mi casa. Como solo hay alumbrado eléctrico en las calles o avenidas principales de la ciudad tengo que andar unos metros a oscuras. Pero no siento miedo. Me guío por la luz de los carteles o de los negocios que están iluminados. Las calles no están todas asfaltadas y las que lo están tienen largas zonas arenosas. Los zapatos se llenan de polvo enseguida y percibo que además de polución también respiro mucho polvo.
A vida en Addis comeza ás 6 da mañá, cando se fai de día. Eu empezo as clases as 9.15 pero teño que levantarme ás 7 se quero chegar en hora. A mellor opción é sen dúbida subirse a un taxi compartido. Os destros condutores das furgonetas deslízanse dun lado a outro entre as catro filas de coches para esquivar os embotellamentos e fan paradas nas beirarrúas cada poucos metros para deixar e subir xente. Aínda así, fórmanse caravanas e o trafico é lento a esas horas da mañá. A avenida Bole está transitadísima. Circulan moitos coches e percíbese a polución dos fumes no ambiente. Cada vez que tes que cruzar dun lado a outro da rúa parece que estás pondo en perigo a túa a vida. Os pasos de peóns non teñen prioridade, nin parece que existan, aínda que estean pintados. Non está de todo mal a cousa porque tes que agudizar os sentidos xa desde moi cedo. Unha non anda por andar, coma se fose autómata, senón que tes que ir esperta, atenta a todo. Case non hai semáforos. Cóntanme que os poucos que hai empezaron a poñelos hai un ano. O emperador Haile Selasie foi o fundador da Universidade de Adis Abeba e desa universidade saíron algúns dos estudantes que se rebelaron contra o seu réxime. Tras a porta señorial que dá entrada ao campus sae unha rúa que desemboca no palacio do Emperador. Como a miña facultade está moi preto aproveito para visitalo. As dúas primeiras plantas convertéronas en museo etnográfico e merecen unha visita inescusable. Achéganche aos costumes dos pobos, a súa artesanía, os seus instrumentos musicais, as súas crenzas... Pero, sen dúbida, o que máis impresiona, polo menos a min, é ver a habitación real do emperador e imaxinalo por alí, durmindo, cambiándose, escribindo ou dándose un baño na bañeira. Quizais me influiu a visión que del da Kapuściński no seu libro O emperador para que me sobrecolla estar entre as estancias que el transitou. Creo que a súa sombra é alongada e, a pesar dos evidentes avances na cidade, aínda pervive en parte o sistema administrativo e social que se xestou baixo o seu réxime. Teño aos meus primeiros alumnos de español. Viñeron oito: sete mozos e só unha moza. Levan un ano estudando español pero apenas saben dicir algo. Todos parecen bos mozos e en canto chegan limpan as cadeiras nas que se van sentar. Non sei cal é o motivo pero todo está sucio. Creo que me estou obsesionando co tema da limpeza, pero sorpréndeme que as cadeiras dos alumnos e a mesa do profesor teñan unha capa de po espesa que chega a ensuciar as mans e os apuntamentos. Aos poucos vou comprobando que, ao revés do que parecía, si saben moitas palabras de español e eles alégranse por dicirmas. En inglés dinme o que lles gustaría ser cando acaben a universidade e algúns queren ser guías turísticos; outro adestrador de fútbol, como Mouriño, dime; un ensíname os seus debuxos no móbil e di que quere ser artista. E non é para menos. Outro comercial de coches e ter unha empresa. Véxoos contentos. Na aula hai unha lousa branca e rotuladores, unha televisión, un radio casete e un proxector. Máis que suficiente. Como teño clases pola tarde na Unión Africana e non me dá tempo a ir a casa decido comer na cafetería da facultade. Ou injera, para variar, ou pasta. Elixo pasta. Un prato de espaguetis, unha cocacola e un boliño de pan por 0.80 céntimos de euro todo. Mentres espero a longa cola que hai que facer para pagar achégase un mozo e moi animosamente diríxese a min para dicirme que me convida a comer na súa mesa. Agradézolle a invitación pero declino a súa proposta. Vaise e el e os seus amigos rin un intre. A verdade é que a min tamén me fixo graza pero disimulo a risa.
Na Unión Africana preséntanse oito alumnos con idades comprendidas entre trinta e corenta anos. Son de diferentes partes de África: de Seichelles, de Ghana, de Burundi... É a súa primeira clase de español e eu saio satisfeita. Agardo que eles tamén. A clase é dun branco inmaculado: paredes brancas, mesas brancas. A miña cadeira, unha confortable cadeira de brazos de pel. O branco contrasta cos traxes negros dos alumnos. Todos desempeñan cargos na Unión Africana, pero aínda non me contaron nada. Volvo a casa e decido cear no bar que está xusto detrás da miña casa. Só hai iluminación eléctrica nas rúas ou avenidas principais da cidade. Se saes delas só verás a luz dos carteis ou dos negocios que están iluminados. As rúas non están todas asfaltadas e as que o están teñen longas zonas arenosas. Agora entendo que haxa tanto limpiabotas. Os zapatos énchense de po enseguida e percibo que ademais de polución tamén respiro moito po.
 

8 comentarios:

  1. Aix... como mola lerte! Sigue! ;) E colga máis fotos, que aínda que o describes todo moi ben, mola ver imaxes!
    Primeira aula de español a unha chea de africanos, como debe ser iso! Tes que estar perfeccionando o inglés a pasos axigantados, non?
    Come pasta, Ux, cóidatenos! ;)
    Bicoooooos

    ResponderEliminar
  2. Hola guapa. Eres una valiente, sin luz por las calles y tú como si fueses una nativa más. Yo hubiese llevado una linterna en cada mano y otra en la frente. En algún país africano no llega para todos la producción de energía eléctrica, y hacen cortes de luz en zonas para iluminar otras, ¿pasa ahí lo mismo?
    De todos modos, casi apetece darse una vuelta por ahí, y probar injera.
    Bisous.

    ResponderEliminar
  3. Jajajajajaka menos mal que mandas fotos.....lo que hacen las peliculas americanas ( cuanto mal) segun describias tu comida en la uni, mi cabeza me traiciono y solo me imaginaba la cocina y el comedor del tipico instituto americano, con sus bandejas de inox y la gente pasando por un expositor de cristal escogiendo diferentes platos y diferentes postres y unas mesas larguisimas megamodernas con sus correspondientes sillas.....y nada mas lejos de la realidad que la foto tan clara de como es de austero vuestro comedor....tal cual sacado de un merendero de los años 60 o 70 en cualquier localidad española.

    ResponderEliminar
  4. Y tanto, Yoli. Voy a intentar subir más... es que tardan una eternidad en subir... Besosss

    ResponderEliminar
  5. Ok pero no sufras!!!!! El mundo de las telecomunicaciones al instante entendemos que en addis va mas despacio....y ademas asi tambien te guardas algo para mostrarnos cando voltes!!!! Biquikiiiisimossssss

    ResponderEliminar
  6. Por cierto, no me extraña que impresionen las estacias de Selassie sobre todo pensando que no hace tanto que finou.......eu xa estaba no mundo e non son tan vella caray!!!!

    ResponderEliminar
  7. Por cierto, no me extraña que impresionen las estacias de Selassie sobre todo pensando que no hace tanto que finou.......eu xa estaba no mundo e non son tan vella caray!!!!

    ResponderEliminar
  8. Ok pero no sufras!!!!! El mundo de las telecomunicaciones al instante entendemos que en addis va mas despacio....y ademas asi tambien te guardas algo para mostrarnos cando voltes!!!! Biquikiiiisimossssss

    ResponderEliminar